Freedonia es una nación que profesa el marxismo, en su vertiente grouchística.
Nuestro amable soberano, el Gran Canciller Rufus T. Firefly, se encarga de que todo el sistema se mantenga en pie (o a veces, en días de grandes festejos, en cuclillas). Obviamente, el título de Gran Canciller es vitalicio.
Nuestra gran nación cuenta con 5 Parlamentos (uno para cada día laborable), 2 Senados (para los fines de semana), y un Gran Consejo de Sabios (festivos y puentes). De esta forma, nuestro bello país se encuentra siempre gobernado, al mismo tiempo que nuestros políticos no sufren ningún estrés al trabajar un día por semana. El resto del tiempo, se dedican a celebrar reuniones en Comisiones Ejecutivas. Éstas, por supuesto, se pagan aparte, como las dietas.
Todas las decisiones importantes son decididas en Asamblea, que como todo el mundo sabe es la forma perfecta de gobierno: todos hablan y nadie decide nada.
¿Y el pueblo soberano?, grita alguien desde el fondo...
El pueblo soberano está en-can-ta-do. Y no es para menos: Freedonia cuenta con un sistema perfectamente integrado de funcionariado, que incorpora al 95% de la población del país (el 5% restante son liberados sindicales). De esta forma podemos alardear de ser la nación con el mayor ínidice de formularios por metro cuadrado del planeta. Y además todos ellos perfectamente sellados y presentados por triplicado. En papel rosa. Y con dos grapas.
En efecto, impávido lector: Freedonia cuenta con una tasa de empleo del 100%. Y además es la nación con menos impuestos del planeta. Aquí nadie impone nada.
Es decir: producir, no producimos mucho. Pero el día que alguien haga algo, tendrá todos los permisos y formularios listos en menos de 60 días. Garantizado.
Con lo sencillo que es, me pregunto por qué ningúna otra nación ha adoptado este sistema. Si es que la gente no se entera...
Technorati Tags: Ironía, Política, Freedonia
Technorati Tags: Freedonia, Ironía, Política